Aquel hombre se movía de un lado a otro saltando en su nave espacial, TADIS la llamaba el, Time And Relative Dimension In Space. Esa nave te podía llevar a cualquier lugar y momento habido y por haber, era también una maquina del tiempo. Ese hombre no tenia nombre, y si lo tenia nadie lo recordaba, simplemente se hacía llamar El Doctor.
No estaba solo, no le
gustaba estar solo, iba acompañado de una chica llamada Clara, la cual no hacía
más que sonreír y preguntar a dónde iban. Él solo le respondía con una sonrisa
divertida y la despistaba mandándola de un lado al otro de la TARDIS con
escusas, y de paso no tenía tiempo de preguntar.
Ni siquiera él sabía a donde iban, simplemente le gustaba
dejarse llevar por la TARDIS a donde tuvieran que estar.
-Clara, ya estamos.
-Estoy en diez minutos, me estoy cambiando.
-Me adelanto-Apenas dijo esto El Doctor y salió antes de
poder oír las protestas de Clara.
Salió de la TARDIS,
miró a su alrededor, no podía creer donde había aterrizado su nave, en un váter,
había tres urinarios y tres pilas para lavarse las manos y allí impidiendo la
entrada a un urinario estaba la TARDIS. El Doctor se mira en un gran espejo que
hay encima de las pilas, se coloca la pajarita y se dispone al salir del baño.
Una mujer se le queda mirando extrañada cuando sale, normal, el baño del
acababa de salir era el de las mujeres.
El Doctor tardo
apenas unos segundos en darse cuenta de que está en una oficina, no le gustaban
eso lugares, todas las personas moviéndose como hormiguitas haciendo solo el
trabajo para el que estaban programados. A pesar de eso aquella estúpida gente parecía
feliz. Entonces una mujer morena con ropa que aunque profesional demasiado
ajustada se le acerco a paso ligero, aunque sin llegar a correr.
-Usted si no me equivoco a de ser el señor Smith-Dijo la
morena interrogante.
Antes de que a El Doctor le diera tiempo a responder se vio
arrastrado por aquel torbellino moreno.
-Llevan esperando diez minutos y a la señora Price no le
gusta que le hagan esperar.
-¿Qué quiere decir?-Pregunto el Doctor aturdido intentando
sacar algo en claro.
-Usted es el traductor británico que pidió la señorita ¿No?
El Doctor asintió y ella sonrió.
-Lo supe desde el primer momento en que le vi-dijo señalando
su pajarita.
Entonces abrió una puerta y empujo al Doctor dentro. Allí dentro
había dos hombres encarados a una mujer de finos rasgos con una rubia melena y
un traje demasiado elegante para aquella oficina. De los hombres uno era moreno
con el pelo rizado, alto, con nariz aguileña y vestido con una gabardina. A su
lado un rubio, algo más mayor y más bajo, con un jersey raro y unos vaqueros.
La mujer que lo empujo lo presento como el señor Smith, el
traductor, y se fue sin más dejándolos a los cuatro solos.
-Señor Smith-Dijo la rubia-Usted ayudara a los señores
Holmes y Watson en su investigación-entonces se giró y miró a aquellos hombres
de manera calculada-Si es que ellos aceptan llevar la investigación.