Mis ojos se inundaban mientras él se alejaba de mí por última vez. Ambos sabíamos que este momento llegaría, el tiempo nos había unido y el tiempo nos separaría. Aquellos últimos besos no sabían a nada, las caricias dejaron de sentirse y las conversaciones se convirtieron en vacías. A pesar de esto, mis entrañas nunca se sintieron como en el momento en el que él me dijo adiós, y respirar nunca me costo tanto como cuando él se subió al avión y desapareció, para siempre.
Espero vuestras criticas.
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La muerte desde su tumba.
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